Lo han cubierto de afiches de pancartas
de voces en los muros
de agravios retroactivos
de honores a destiempo (…)
Che 1997, Mario Benedetti Fragmento
«Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia Comandante Che Guevara» es quizás la más sentida y coreada estrofa del Hasta Siempre que Carlos Puebla dedicara a Ernesto Che Guevara en 1965. El cantor del pueblo compuso esta canción, tras conocer la carta de despedida del Che, quien partía de Cuba cuando otras tierras del mundo reclamaron su esfuerzo.
Dos años más tarde, en octubre de 1967, tras la caída en combate del legendario revolucionario, el poeta argentino Julio Cortázar expresaría al mundo «Yo tuve un hermano. No nos vimos nunca pero no importaba».
Desde la América Nuestra, Gonzalo Rojas, Roque Dalton, Pablo Neruda, Idea Vilariño, sumaron sentires en su memoria y desde su Cuba querida lo mismo hicieron grandes de las letras como Nicolás Guillen, Eliseo Diego, Mirta Aguirre, José Lezama Lima, Miguel Barnet, Fina García Marruz, entre muchos más.
A finales de la década de los 90, el escritor uruguayo Mario Benedetti advertía que al Che «lo han transformado en pieza de consumo». En 1997, Benedetti publicó versos que honraban la trascendencia universal del Che y hacían frente a quienes se empeñaban en cosificarlo.
Fue a través de una cámara instantánea que el fotógrafo cubano Alberto Díaz Gutiérrez, Korda, capturó la imagen que a través de los años ha circulado de forma espectacular en vallas, franelas, esculturas, pinturas, grabados, serigrafías, tatuajes, y variedad de consumibles
La fotografía fue tomada el 5 de marzo de 1960, en la ciudad de la Habana en Cuba, en la despedida del duelo a las víctimas del sabotaje al buque francés La Coubre, que un día antes, en puerto habanero, acabó con la vida de más de cien personas y dejó a otros 400 heridos y mutilados.
Ante una multitud conmovida e indignada, el líder de la Revolución Fidel Castro mostró pruebas de la implicación del Gobierno de Estados Unidos en el acto terrorista y expresó la determinación de hacer frente a la creciente hostilidad de Washington.
Mucho antes, el Che ya había sido retratado por reconocidos fotógrafos como Elliot Erwitt y Cartier Bresson, pero sería la imagen obtenida por Korda -aquel enlutado y significativo día- la que alcanzaría tal nivel de circulación en el mundo.
La fotografía no llegó a ser publicada sino un año después, en 1961, por el diario Revolución para ilustrar un par de noticias referidas al entonces ministro de industria, Ernesto Guevara de la Serna. La imagen viajó a Europa a través del editor italiano Giangiacomo Feltrinelli, amigo del Che y Hemingway, quien la utilizó para la edición del Diario del Che en 1967 y luego en 1968 la imprimió en un poster que superó el millón de copias.
Pero antes de que esta imagen fuera reproducida en miles de afiches, la revista Paris Match publicó el 21 de octubre de 1967, a pocos días de la muerte del Che en Bolivia, un reportaje sobre los movimientos guerrilleros en Latinoamérica, en el cual la foto del Che aparece subtitulada como «Guerrillero Heroico» nombre que acompañaría a la imagen en lo sucesivo y que luego, en una versión estilizada por el artista irlandés Jim Fitzpatrick, sería levantada por miles de jóvenes en el mayo del 68 francés.
En la década de los 30, el destacado pensador alemán Walter Benjamin, hoy reconocido por sus estudios sobre la cultura de masas, ya adelantaba agudas reflexiones en torno a la representación, producción y circulación de imágenes. En su ensayo Pequeña Historia de la Fotografía, publicado en 1931 en la revista Die Literarische Welt, advertía que:
«La cámara se empequeñece cada vez más, cada vez está más dispuesta a fijar imágenes fugaces y secretas cuyo shock suspende en quien las contempla el mecanismo de asociación. En este momento debe intervenir la leyenda, que incorpora a la fotografía en la literaturización de todas las relaciones de la vida, y sin la cual toda construcción fotográfica se queda en aproximaciones»1.
En el primer cartel, la iconografía refiere al trabajo obrero y completa su sentido al golpear la palabra Capital. En la siguiente fotografia, el cartel dentro de la protesta adquiere mayor intencionalidad. La asociación con el texto -el del afiche y la pancarta- rescata el valor documental de la imagen sobre el placer estético. Este fue uno de los carteles del movimiento Atelier Populaire en Francia, emprendidmiento colectivo de estudiantes que produjeron de 2000 a 3000 afiches por día durante las protestas entre mayo y junio de 1968.2
En cada una de estas imágenes hay elementos discursivos que le aportan significado. Para ubicarnos en la reflexión de Benjamin, imaginemos que en ellas no están ni el texto Capital ni la consigna en la pancarta ni una leyenda. En este punto estaría el shock de imágenes fugaces y la suspensión de asociaciones. Su reflexión se adelantó a la época predominantemente visual que hoy vivimos, donde las imágenes adquierene cada vez mayor importancia, imágenes producidas para el consumo y la contemplación.
En el poema Che 1997, Benedetti expresa que quizás han resuelto que la unica forma de desprenderse de él, del Che, es vaciarlo de lumbre, convertirlo en un héroe de mármol o de yeso. La imagen del Che capturada por Korda fue etiquetada como «Guerrillero Heroico» y ello contribuyó a focalizar su percepción en la lucha revolucionaria por la vía armada restando atención a la dimensión humanista de su propuesta continental. No es casual que gran parte de las narrativas de los medios hegemónicos coincidan en retratar a Ernesto Che Guevara como feroz guerrillero. Es un juego entre verdad y artificio, se resaltan rasgos y se ocultan otros.
La fotografía de Korda se levantó, por sus orígenes, como una representación universal de rebeldía al sistema capitalista dominante pero luego, esta imagen también recreada por el artista pop Andy Warhol, se convertiría en un icono, sin asociaciones discursivas, sin huella, vaciado de contenido para satisfacer a inconformes y rebeldes pero consumidores al fin. Sin poder evitarlo, la imagen del Che empezó a nadar en las aguas de un paradigma de consumo lejano a su pensamiento y contrario a su estrategia revolucionaria.
En la emblemática imagen del Che podemos encontrar la ilusión de ese otro ser que deseamos incorporar en nosotros. El sistema capitalista vende ilusiones, allí donde encuentre vacío hará lo suyo llenando ese vacío de imágenes que explotando el deseo de parecer crea mercancías y en una doble jugada aniquila el ser.
Transitamos una era predominantemente iconográfica, los medios hegemónicos hacen su trabajo y disponen la imagen que debemos consumir. Nuestra capacidad de acción es reemplazada por nuestra capacidad de consumo y desde el tener pasamos al parecer. Las nuevas tecnologías y sus formas de comunicar, insisten, nos convencen, que la verdad sólo existe en la apariencia pero en realidad sólo aparece, se da a ver, aquello que no existe ¿Es esta la sociedad moderna antes descrita por Guy Debord en su Sociedad del Espectáculo?
«Éste es el principio del fetichismo de la mercancía, la dominación de la sociedad por «cosas suprasensibles aunque sensibles» que se cumple de modo absoluto en el espectáculo, donde el mundo sensible se encuentra reemplazado por una selección de imágenes que existe por encima de él y que al mismo tiempo se ha hecho reconocer como lo sensible por excelencia»3.
¡Despierta! diría mi madre, ve al encuentro del otro, escucha cuentos, lee, escribe, juega, inventa. En la experiencia, en la historia, en la acción, en la ternura, busca la entrañable transparencia.
Referencias
- Benjamin Walter Discursos interrumpidos. Taurus ediciones. Madrid 1982. ↩︎
- Plante Isabel
Manzano Valeria El sello argentino en el Mayo francés en https://www.revistaanfibia.com/sello-argentino-mayo-frances/ ↩︎ - Debord, Guy La sociedad del Espectáculo, 1967 ↩︎