No pasó ni un día de rememorarse los 35 años de la invasión estadounidense a Panamá y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que aún no asume el cargo, amenazó con retomar el control del Canal de Panamá.
El magnate ha procurado una agenda que busca implosionar algunas áreas que serían estratégicas para su administración. La reciente amenaza de retomar el control del Canal de Panamá, da cuenta de esa maniobra. Sus objetivos son múltiples, pero tomar el control de esa importante vía interoceánica que une el océano Atlántico y el mar Caribe, es una de las aristas con la que el Halcón mayor, pretende revitalizar el área de influencia imperial estadounidense.
Lo expresado por Trump, es un intento de introducir en su narrativa una denuncia, basada en los principios de supuesta igualdad, equidad de derechos y que la parte estadounidense dispuso haber construido el proyecto para el transporte del comercio mundial, siendo un aval que le permite argumentar que el Canal de Panamá le sea devuelto a Estados Unidos.
A la amenaza de Trump, le salió al paso el presidente panameño, José Raúl Mulino, cauteloso en las respuestas cuyas declaraciones cayeron como un balde de agua fría ante la actitud servicial que ha caracterizado a todos los gobiernos panameños de la post-invasión. El jefe de Estado destacó que «la soberanía e independencia de Panamá no son negociables y es parte de la lucha histórica y una conquista irreversible».
Especialistas sobre las negociaciones del tratado Torrijos-Carter, un acuerdo firmado en 1977 entre Panamá y EE.UU., advierten que el canal de Panamá está implícito en un problema gradual por considerar que no es jurídico, y no le otorga pleno derecho soberano al país sobre el paso y su estructura. Alegan que el tratado panameño-estadounidense no es acorde con el derecho internacional y que el proyecto sobre las áreas revertidas, están en manos de la burguesía local, y no está al servicio del pueblo panameño.
Con el foco centrado en la vía interoceánica y una agenda emergente, Donald Trump sustituyó a la embajadora actual Mari Carmen Aponte por Kevin Marino Cabrera, un comisionado del Condado de Miami-Dade en Florida, activo miembro republicano y empresario, lo que podría dar un giro de 180 grados en las relaciones entre ambos países.
De esta manera, la maniobra de Trump podría perfilarse sobre Panamá, y al buscar controlar ese importante paso que conecta al comercio mundial, estaría dando una estocada inicial sobre Centroamérica.

La arremetida del presidente electo estadounidense sobre retomar por la fuerza el canal de Panamá, es impulsada por una denuncia de tarifas elevadas y un supuesto control de China. Esa discusión ha puesto en el tapete el debate de fondo y las formas remanentes para acentuar el intervencionismo después de la reversión.
Tras la firma de los tratados Torrijos-Carter en 1977, el congreso estadounidense introdujo unilateralmente al menos seis enmiendas antes de ratificarlo en 1979, siendo la Enmienda de De Concini y la Enmienda Church las más controvertidas y de tenor intervencionista. Sus propósitos son los de reabrir y reanudar las operaciones y en los casos de ser cerrado o intervenido, dispondrán el uso de la fuerza militar en toda la República de Panamá.