El magnate sudafricano, el mismo que reivindicó el golpe en Bolivia con la frase “We will coup whoever we want! Deal with it.” (Nosotros golpearemos a quien queramos. Acéptenlo), se asegura el suministro de litio en el país mientras las comunidades locales sufren los efectos ambientales de la extracción.
El creador de la empresa Tesla y el propietario de decenas de satélites que orbitan el globo en forma de cinturón a través de la empresa SpaceX se ha formado en un actor geoestratégico.
Musk, quien desarrollo su poderío a costillas del Estado estadounidense y será ministro de la Administración Trump, es consciente de la importancia de una de las mayores reservas de litio del mundo y en la actualidad se abastece del mineral proveniente del proyecto
Fénix, ubicado en el Salar del Hombre Muerto, Catamarca.
Argentina forma parte del denominado «Triángulo del Litio», junto con Bolivia y Chile, una región que concentra el 68% de las reservas mundiales del mineral, fundamental para la transición energética global. Los salares de Hombre Muerto y Atacama, junto con Uyuni en Bolivia, destacan como las principales fuentes de extracción en Sudamérica.
Elon Musk ha conseguido un aliado estratégico en su intención de asegurarse un mineral clave para el almacenamiento de la energía como lo es el litio. En 2024, el magnate estadounidense recibió en la refinería de litio más grande del mundo ubicada en Texas, Estados Unidos , al presidente de Argentina Javier Milei.
Desde aquel primer encuentro, el gobierno argentino autorizó la operación de Starlink, la empresa de internet satelital de Musk, junto con otras compañías como OneWeb y Kuiper como un primer gesto hacia la ampliación de la influencia tecnológica del multibillonario estadounidense en el país.
Pero además, el presidente de ultra derecha logró aprobar, no libre de tropezones, un régimen especial para empresas extranjeras que les asegura por 20 años la no interferencia del Estado de ningún tipo, asegurándole a costa de soberanía nacional, la libre explotación de los bienes comunes argentinos.
Sin embargo Musk no se ocupa de la explotación directa del litio, sino que lo hace a través de mineras mediantes las cuales suminitran litio desde Argentina hace ya un buen tiempo. Y en consecuencia, ya se registran los daños ambientales y a las comunidades de empresas proveedoras como Arcadium Lithium.
Allí la extracción intensiva de agua dulce utilizada en este proceso ha generado severos impactos ambientales, como lo expresa el documental En el nombre del Litio, que van desde la extracción intensiva de agua potable en zonas de escasa provisión, además de la contaminación y salinización de las reservas acuíferas dado que para el proceso de separación del litio del resto de los minerales se consumen.
Se estima que en salares como los de Argentina se utilizan entre mil y dos mil litros de agua por kilo de litio extraído y baterías como la Tesla Model S, unas de las utilizadas por los coches eléctricos de la empresa, utiliza no menos de 62 kilos del mineral por unidad.
Como consecuencia de la extracción en el Salar del Hombre Muerto, que se conecta al acuífero Trapiche, fuente de agua para esta operación, ha quedado prácticamente seco, afectando la vega Trapiche, una zona fértil que alimentaba animales de pequeños campesinos.
Haroldo Condorí, un vecino afectado, explica: «Hace 20 años hicieron la represa y secaron el 100% de la vega, unos 4 kilómetros. Antes teníamos muchos animales, pero ya no estamos criando tanto porque se secó la vega».
La empresa a cargo de la extracción, Livent, (ahora fusionada con la australiana Allkem bajo el nombre Arcadium Lithium) admite los impactos y asegura estar trabajando en la regeneración del ecosistema, los daños son significativos. La regeneración incluye drenar agua de la represa y trasladar «champa» de otras vegas, pero los resultados aún están lejos de revertir la pérdida de la biodiversidad local.