En el año 2024, Brasil enfrentó una inédita temporada de incendios, con un aumento del 79% respecto al año anterior y un reciente estudio señala que el año que acaba de finalizar ha sido el peor en los últimos 74 años en este aspecto.
Se trata del informe anual relevado por el Monitor do Fogo de MapBiomas que concluyo que en 2024 más de 30,8 millones de hectáreas fueron consumidas por el fuego, una región equivalente al tamaño de Italia.
Las áreas más afectadas fueron las formaciones forestales, en su mayoría áreas nativas, que superaron por primera vez desde 2019 a las quemas en zonas de pastos.
Felipe Martenexen, del equipo de MapBiomas Fogo, advirtió sobre el cambio alarmante en el patrón de incendios, destacando que las áreas forestales, especialmente en la Amazonía, no son naturalmente propensas al fuego, sino que este fenómeno es resultado de la intervención humana.
Del área total quemada, el 73% correspondió a vegetación nativa, siendo las formaciones forestales las más perjudicadas. La Amazonía lideró en términos de biomas afectados, con Pará como el estado más afectado por los incendios.
La situación se agrava en tierras públicas no designadas, donde los incendios aumentaron un 64% en comparación con el año anterior. Ane Alencar, del Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazônia (Ipam), subraya cómo la alta inflamabilidad de estos bosques facilita el avance de los incendios, utilizados como método para la usurpación de tierras.
A pesar de una disminución registrada en la deforestación desde 2023, los expertos advierten que esto no es suficiente para prevenir la degradación ambiental. Alencar destaca la necesidad urgente de políticas efectivas para la prevención y control de incendios, junto con la vigilancia de los delitos ambientales.
En respuesta a esta crisis, el gobierno brasileño ha implementado la Política Nacional de Gestión Integrada del Fuego y asignado recursos significativos a través del Fondo Amazonía para fortalecer la capacidad de respuesta ante incendios en varios estados de la Amazonía Legal.
En el ámbito agrícola, los pastos fueron los más afectados, con 6,7 millones de hectáreas quemadas en áreas destinadas a esta actividad. São Paulo y otros estados agrícolas enfrentaron un aumento alarmante en el número de incendios, con municipios como São Félix do Xingu y Corumbá entre los más devastados.
La situación plantea un desafío ambiental y socioeconómico significativo para Brasil, donde la gestión integrada del fuego y medidas preventivas son cruciales para mitigar futuras catástrofes.